Ricardo Sanín-Restrepo[1]
El fundamento ontológico del ser y la política
Esta parte se dedica a sintetizar un enorme trabajo realizado durante años para probar que existe una ontología política firme que demuestra que la precondición del mundo es que ningún ser puede ser calificado para existir y por lo tanto la única necesidad de la política es la contingencia absoluta Veamos.
En Decolonizing Democracy (2016) emprendo una revisión profunda de los conceptos de potencialidad (dunamis) y actualidad de Aristóteles, particularmente la distinción entre Energeia y Entelecheia, para desafiar una interpretación occidental inquebrantable del poder que se ha vuelto más estricta y obstinada (especialmente a partir del simulacro constitucional descrito arriba), pero también la interpretación de Giorgio Agamben del poder y la acción política. Esta revisión tiene como objetivo demostrar la contingencia fundamental de la política, estableciendo así la primacía lógica de la democracia radical (no liberal) dentro de cualquier marco político. Esta es la columna vertebral filosófica de la teoría de la encriptación del poder.
Esta no es una discusión ultrapasada, pues la construcción aristotélica de lo que es y puede ser (¡poder!) sigue siendo fundamental, de cartilla, para entender el poder hoy en día.
Entre la relación potentia y actualidad depende no solo la definición de poder sino la posibilidad absoluta de la existencia, de lo que es posible e imposible, lógico, contingente, necesario y el tiempo. (Sanín-Restrepo 2016).
En esencia, potentia representa la potencialidad, lo que puede ser, la capacidad de ser, mientras que la actualidad significa la existencia, lo actual, la manifestación de ese potencial. La pregunta es si tener la potencialidad de ser “x” hace que “x” sea superior a la potencia y si la potencia puede llevar no solo a “x”, sino a “y” (o de “y” a “z” y a todas las combinaciones potenciales del abecedario).
Aristóteles distingue entre Energeia y Entelecheia para definir la actualidad (Aristóteles 1). Energeia significa actividad o “estar-en-trabajo”, enfatizando la acción inmanente y el mantenimiento continuo de una sustancia. Entelecheia, sin embargo, y aquí está la enorme diferencia, introduce el concepto de “telos” (fin o perfección), implicando una causa final que dicta el propósito de una cosa. Esta distinción es vital para diferenciar el poder como dominación (potestas) del poder inmanente y dinámico.
Sostengo que al entender Energeia como poder sin una finalidad trascendente, podemos desbloquear el potencial para la contingencia y el “devenir-otro”, contrarrestando, no solo la visión convencional colonial, sino la visión de Agamben (y de Negri, aun cuando no lo discutimos aquí) que lleva a la impotencia política, ya que entienden la actualidad únicamente como Entelecheia, es decir, una forma final que surge a través de un telos.
Primero, Aristóteles es el gran conjurador de la contingencia, como veremos a continuación, su gran ilusión, la que mantiene el poder como potestas a lo largo y ancho de la historia occidental, es que le otorga a la actualidad primacía sobre la potentia. Segundo, al construir la idea de lo político, dentro de la actualidad, Aristóteles otorga primacía a Entelecheia a través de causas finales, por lo que las cosas solo pueden volverse actuales si cumplen una finalidad que es exterior a ellas (Aristóteles 2).
¿Cuál es el objetivo primordial de la construcción aristotélica de las díadas potentia-actualidad y Energeia-Entelecheia? Transformar el no-ser en una consecuencia del ser (el pueblo en consecuencia de la constitución), de modo que cualquier ser que llegue a ser, sea el resultado de una actualidad prefigurada (modelo trascendente). La contingencia del futuro queda entonces atrapada en la necesidad de la actualidad presente. Para Aristóteles, potentia está subyugada a la actualidad, pero no a cualquier tipo de actualidad, sino a una que encarna una finalidad. A través de esta operación, Aristóteles introduce la necesidad como la fuerza neutralizadora de la contingencia (Sanín-Restrepo 2016). En consecuencia, al hablar de la contingencia de lo potencial, no es que la potentia sea contingente; lo que es contingente es el devenir de lo que es potencial: lo que está en potentia puede llegar a ser o no. La contingencia se reduce a un procedimiento muy preciso dentro de la díada.
Ahora bien, ¿cómo se manifiesta esto en la política? Para Aristóteles 2, es decir de la Ética a Nicómaco, la política es esencialmente una Entelecheia, un “hacer bien”, donde la “virtud” es la finalidad de todo cuerpo político. Ahora, la pregunta socrática que tenemos que hacerle a Aristóteles es, “¿A qué te refieres realmente con la palabra virtud?” la respuesta es lógica, ¡la virtud solamente la pueden definir quienes ya están de hecho dentro del cuerpo político! por ende, esta obra como modelo trascendente para definir quién puede y quien no puede pertenecer (Sanín-Restrepo 2016).
Por ejemplo, la idea de nación, ciudadanía o “pueblo” como concepto unívoco, han funcionado como entelecheias, limitando la participación política a aquellos que cumplen con ciertos criterios preestablecidos.
Sin embargo, una política basada en la “energeia” sería radicalmente diferente. En lugar de imponer modelos trascendentes, reconocería la contingencia fundamental del ser y el devenir. La política como “Energeia” es un proceso constante de experimentación y aprendizaje, donde el objetivo no es alcanzar un estado final, sino mantener abierta la posibilidad de un futuro radicalmente diferente. Por ello, si un régimen político fija una finalidad como condición de pertenencia ¿Estamos hablando de democracia?
Ahora bien, Agamben interpreta la actualización de la potencialidad como la pérdida de contingencia (la calificación de la vida en un “cierto esto”, vida desnuda, bios, biopolítica), lo que lleva al estancamiento político. Aboga por un retraimiento a la impotencia, sabiendo (y tiene toda la razón, hasta aquí) que la potencialidad está atrapada dentro de la actualidad (por lo tanto, las condiciones de pertenencia a un cuerpo político están definidas por la finalidad que equivale a la muerte de la política).
Sin embargo, sostengo que el error de Agamben radica en confundir la actualidad con Entelecheia, descuidando el potencial liberador de Energeia. Para contrarrestar esto, el análisis propone “actualizar la diferencia” a través de Energeia. La teoría de las causas de Aristóteles, particularmente la causa final, refuerza el dominio de la actualidad. Entelecheia, con su énfasis en el telos, impone un objetivo externo y trascendente, limitando la acción inmanente (cuando una cosa llega a ser actual, solo puede serlo porque desarrolló la finalidad o perfección impuesta por su teoría de causas). Energeia, por el contrario, se centra en el “estar-en-trabajo” de una sustancia, donde el proceso mismo es el fin que no admite ninguna calificación o condición externa.
Energeia es inmanente, con el principio de generación contenido dentro de sí mismo. Por ejemplo, una oruga que se convierte en mariposa es un proceso de Energeia, sin calificación externa, un aprendiz de pintor que se convierte en un virtuoso es Entelecheia, pero el punto es ¿Qué entendemos por virtuoso? ¿Quién lo define? Un niño que se convierte en mujer, hombre o “elles” (them) es también un proceso de Energeia, no de Entelecheia. Y, ¿no sería propio de una democracia que su misma composición sea Energeia, es decir donde ningún ser pueda ser condicionado por fuera de su ser, ni limitado o excluido por fuera de lo que puede ser? La cuestión es lógica. Si existen condiciones para pertenecer, quien fija esas condiciones es el autentico detentador del poder (soberano, poder constituyente) y por tanto todo ser depende del modelo para poder existir. Una abierta contradicción con la democracia.
Agamben está atrapado por su comprensión de la actualidad únicamente como Entelecheia, que correctamente equipara con la dominación. Entelecheia implica que solo aquellos que alcanzan una perfección predeterminada (virtud, para seguir el propio ejemplo de Aristóteles) son parte de lo político. Esto conduce a divisiones entre lo racional y lo irracional, lo virtuoso y lo vil, y entre la vida (bios) y la vida desnuda (zoe).
Sin embargo, y este es nuestro formidable giro, si la política se define por Energeia, abarca a todos los seres sin calificación. Energeia enfatiza la producción continua e inmanente de diferencias, donde el poder es un proceso sinérgico y comunicativo.
La condición para actualizar la diferencia a través de Energeia es que la actualidad no se imponga como una finalidad. Energeia permite transiciones de poder y supone contingencia e inmanencia. La política, definida por Energeia, no es un ejercicio calificado sino una condición común del ser, donde la vida misma es el único criterio.
Energeia es su propia perfección inmanente, sin calificación ni obediencia a ningún modelo trascendente. La perfección inmanente de Energeia es un infinito abierto e interminable, donde cada diferencia contribuye a la constitución del ser. Esta perspectiva ofrece una forma de liberarse de las restricciones de Entelecheia que han marcado la potestas como inevitable en el pensamiento y la práctica occidentales, al tiempo que supera la visión pesimista de Agamben sobre el poder político, abriendo una realidad política inclusiva y dinámica.
Quizás la lectura mas importante de lo expuesto es la siguiente. La interpretación de toda la historia occidental de poder como dominación se invertiría radical y automáticamente así: Todo poder que impone una Entelecheia es necesariamente sinónimo de dominación y por tanto está simulando la democracia, la inclusión y la diferencia, mientras que toda resistencia que asuma la Energeia, es decir donde ningún ser puede ser calificado antes de existir, está ejerciendo la verdad de lo político. Lo cual deriva en que la construcción moderna del poder occidental encarnado en estado, capitalismo, constituciones, etc., no es mas que un simulacro de poder.
Bibliografía:
Agamben, Giorgio. 1998. Homo Sacer: Sovereign Power and Bare Life. Stanford: Stanford University Press.
Aristotle. (Aristóteles 1) Metaphysics. Perseus Digital Library. http://www.perseus.tufts.edu/hopper/
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Ndlovu-Gatsheni, Sabelo, J. 2024. Beyond the Coloniality of Internationalism: Reworlding the World from the Global South. Dakar: Codesria.
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Schmitt, Carl. 2006. The Nomos of the Earth in the International Law of the Jus Publicum Europaeum. Translated and annotated by G. L. Ulmen. New York: Telos Press Publishing.
[1] Ricardo Sanin-Restrepo es Codirector de la serie de libros Decrypting Power and Coloniality: Philosophical Perspectives from and through the Global South en Bloomsbury Pbl (Inglaterra). Coeditor del libro Decrypting Justice: From Epistemic Violence to Immanent Democracy (2025) Lexington Books and Bloomsbury Publ. (Lanham MD, London). Autor de los libros Decolonizing Democracy: Power in a Solid State (2016), Being and Contingency (2021) publicado por Rowman and Littlefield Int. (London and New York).Ser y Contingencia (2023) e Teoría Crítica Constitucional (2014) Tirant Lo Blanch (Valencia-Spain)